domingo, 4 de noviembre de 2018

Libro: Descubrimiento del océano pacífico, 500 años después (1513-2013). Diálogo con el autor: Pedro Hernando González Sevillano



No se puede navegar hacia el futuro si antes no se atraviesa el mar del pasado… Aquellos momentos de los encuentros que dieron origen a los profundos cambios. Quizás, todos los descubrimientos tuvieron una cita hilada a lo largo de los tiempos y el presente que vivimos es el resultado de ese permanente cambio de las aguas.


Aquellas nuevas tierras a ser descubiertas fueron soñadas antes de atravesar las grandes distancias. Mas, casi siempre ese descubrimiento –que suele ser mutuo– pueden ser tan maravilloso como impredecible, tan pacífico como sangriento. Depende del alma que atraviesa, no solo el espacio geográfico, sino de los propios ángeles y demonios que habitan en cada ser.


Este ha sido el caso de aquellos hombres que por primera vez atravesaron, a lo largo de los siglos, los grandes cuerpos de agua y sal de nuestro planeta. 

Así, un 27 de septiembre de 1513 cerca de sesenta y seis hombres de origen español contemplaron un magnífico espectáculo al arribar a un océano pacífico y, al mismo tiempo, inmenso que rugía con la fiereza de sus olas. Sin embargo, aquellos seres de tez clara no fueron los únicos que en aquella ocasión arribarían...


[…] Hubo un portugués de color negro –Ñuflo de Olano– quien por su condición de “diferente”, se le negó el innegable derecho a la inmortalidad como también se le negó a los indígenas que participaron y facilitaron el descubrimiento […] (González-Sevillano, 2017:153).



Acaso, a lo largo de nuestra historia americana, ¿el color de la piel volvió invisibles a los hombres y su voz literal en la historiografía? ¿Quizás, lo diverso y contrastante de nuestro color, siempre, ha causado temor al revelar nuestras raíces fieras, reales y naturales? 

Somos un conjunto de líneas y curvas que se quiebran a largo de la narrativa histórica. Pescamos innumerables fragmentos rotos, percepciones reales y/o subjetivas de quien en su momento fue el escribano.

Cuando los investigadores navegan entre las letras (viajeras en el mar de la tinta o el olvido) rescatan fragmentos que se hunden, boyan y otros que nunca serán rescatados. Papiros sumergidos en la tinta de los descubrimientos, guardados o silenciados por los ojos de quien en aquel momento era el poseedor del poder: “el que ganó las batallas”.

Dentro de esos investigadores actuales y reunidos, algunos, en el marco del 56 Congreso Internacional de Americanistas, conocimos a Pedro Hernando González Sevillano (investigador y docente de la Universidad de Santiago de Cali, Magíster en Historia Latinoamericana, Doctor en Investigación Educativa de la Universidad de Sevilla, España). Pedro durante toda su vida académica ha tejido conocimientos y relatos del litoral pacífico que lo vio nacer.




Él navega hacia la raíz, aquella de las pieles de ébano que no fueron solo esclavos, una donde se relata que llegaron comerciantes y artesanos, al mismo tiempo, durante el descubrimiento de este océano. 





De este modo, Pedro lo narra en su libro en una navegación que comienza desde España hasta el Darién, luego del Océano Atlántico hasta el Pacífico. Posteriormente, en letras, sus pies descienden, perciben la tierra, recorren Panamá, Perú, para luego llegar al origen de la piel que baña la tierra de nuestro continente americano.


[…] Los primeros negros que llegaron durante el tiempo de la colonia no eran africanos, ni eran esclavos, muchos de ellos eran hombres libres que viajaban como inversionistas, como marineros, como artesanos, pero el color de su piel los invisibilizó… Entonces, estamos tras esas huellas […]


Así, en las letras de Pedro se visibiliza memorias visibles e invisibles, aquello que ha permanecido oculto a lo largo de la historia por alguna razón. En su tinta se impregna la sangre de nuestras raíces: todas de un mismo color, uno teñido de diversidad, riqueza, lenguas, cultura y melanina que manifiesta diversos tintes bajo el mismo sol.

Todos somos negros, amarillos, rojos, azules e, incluso, blancos. En el diseño de nuestras pieles la melanina resurge y revienta a través de los poros.





Nuestra sangre en un camino líquido de emigrantes, navegantes, comerciantes, artesanos, verdugos y, a su vez, esclavos de nuestro destino si desconocemos nuestro pasado.


Nuestros orígenes, esas células de las cuales los africanos, americanos, asiáticos, australianos, europeos, "ciudadanos del mundo", estamos hechos.

Te invitamos a escuchar a un investigador comprometido con el pacífico de su vida. La voz de un escritor que navega a través de su historia y sigue el sonido del silencio de un pasado que conduce hacia el origen en el siguiente enlace: 
Diálogo con el autor

Agradecemos al congreso por presentarnos a tantos seres comprometidos con América. Ahora nos embarcamos en nuevas travesías escritas.


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Hasta la próxima...
Navegantes...