miércoles, 19 de julio de 2017

La ciencia desde la poesía: prosa que se analiza desde otra óptica

Pintora: María Izquierdo (1902 – 1955).
... Su obra de color intenso involucra una naturaleza envuelta en el ámbito del surrealismo...

 ... En esa poesía pincelada de la artista mexicana María Izquierdo,  despertamos y escuchamos mejor los latidos de la ciencia. Mas, en ocasiones, solo la escuchamos cuando sabemos que no es posible traducirla en letras. 
Así, en ese limbo, solos y tan rodeados, seguimos, eslabón tras eslabón, una semilla que galopa y habita en el brillo de un artista. Entonces, de repente, brota un relámpago en el momento exacto que pareciese anuncia que el mundo se desmorona. No obstante, no es otro que el que antecede a un nuevo despertar. 

Así, en Bios Escritores nos encontramos frente a frente, latido tras latido, con un poeta y artista: Antoine Marie Joseph Artaud “Antonin Artaud” (1896-1948). 


Antonin Artaud, Paris (1926). Autor de la foto: Man Ray.
Tomada de: https://theartstack.com/artist/man-ray/antonin-artaud-paris-192


Este francés, etnógrafo por naturaleza, de mente romántica y enloquecida, expone en sus escritos su espíritu y su sensilibidad textual. Llegar a sus letras es descubrir, página tras página, su relieve humano y mágico compilado en un libro sin tiempo...
Es un despertar leerlo: “México y viaje al país de los tarahumaras”. 

Allí donde otros exponen su obra yo solo pretendo mostrar mi espíritu. Vivir no es otra cosa que arder en preguntas. No concibo la obra al margen de la vida... (Fragmento de una de sus poesías “El ombligo de los limbos”). 

Antonin ardió siempre en preguntas, se obsesionó por encontrar una realidad profunda, pura y primitiva. Su naturaleza de investigador lo llevó a lanzarse al mar, a dirigirse rumbo hacia el norte de América; así, llegó a México en esa primera parte del siglo XX. Siguió la huella de los pasos del pueblo Tarahumara. 

En esa expedición, atravesó más que el mar, ingresó a su propia alma. En él se desataron respuestas en medio de tantas preguntas; esas que surgen cuando se descubre, que si se anda casi descalzos, con intensidad se vive. Leer a Artaud es como si tejiésemos una faja ralámuli. Cada hilo nos conduce a otro; nos aproxima, sin darnos cuenta, a una estrella en medio de la cosmovisión tarahumara. 

Entonces, ese hilo casi invisible cobra vida, une a la ciencia y a la poesía, se torna reluciente: conduce y une a todas las deidades, los seres y los astros; así, pareciese que nuestras neuronas (cerebrales, intestinales, cardíacas y emocionales) fuesen tejidas por una araña: una diosa que no se separa de su creación. Todo se une gracias a ese hilo o cuerda que liga entre sí a los mundos... 


Se ensartan las cuentas de un collar, pero no solamente entre sí, sino que se trata de un hilo peculiar que une al cosmos con su origen, con el principio mismo... Sin ese hilo, dice, todos los seres estarían vacíos (apud Rohde, 1987:91) (Aguilera, 2001:41). 

Es así como aquellos hilos mesoamericanos conducen al cosmos, a la serpiente, al ojo de Dios. Todo en un tejido humano que de repente se torna divino, como las mismas palabras que descifran ese sentir que colinda entre la ciencia y la poesía. Como diría Artaud: "La Naturaleza ha querido hablar a lo largo de toda la extensión geográfica de una raza", en este caso, la Tarahumara. 

La poesía, para Artaud, logra convertirse en un método de análisis en esa ruta inquietante de “Las montañas de los signos” donde este poeta, artista y explorador realiza una descripción única de ese paisaje “inmemorial y triturante” como el mismo lo diría. Una donde se reúne la belleza clara e indescriptible. 


Tener conciencia de todo lo que nos une, materialmente, a la vida general, es una actitud científica que la ciencia de hoy no puede negar, puesto que por sus recientes descubrimientos de física reduce el mundo a una energía; y por sus recientes descubrimientos psicológicos nos enseña que el hombre no es una unidad inmovilizada, sino que, por medio de las regiones subterráneas de su conciencia, participa así en el futuro como en el pasado (Artaud, 1984:195). 

Gracias a uno de nuestros lectores, hemos comenzado a leer al fantástico Antonin Artaud. 
Leerlo es una navegación profunda, es estremecedor seguir sus líneas. 
Los invitamos a explorar, con él, su propia alma. 


Así, sobre un hilo poeta que hilvana las ciencias, seguimos navegando

Seguimos en Bios Escritores. 


Referencias

Aguilera, S. 2011. La faja ralámuli. Un entramado del cosmos. Universidad Nacional Autónoma de México. Instituto de Investigaciones Estéticas. Instituto de Investigaciones Antropológicas. México.

Artaud, A. 1984. México y viaje al país de los Tarahumaras. Fondo de Cultura Económica. México.